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  • Foto del escritorRaquel Yébenes Bahana

Un mundo feliz

Querido ser humano

Había una vez un mundo donde todos parecían felices y plenos

Donde las relaciones duran para siempre y la decepción no aparece

Donde esa flor que nace y ese hermoso árbol florecido no se marchita ni se deshoja.

Las personas amadas permanecen siempre y son infinitas.

Un mundo donde la muerte parece no existir.

En este lugar hay una respuesta para cada ecuación y un “tips” para cualquier cuestión.

Siempre encuentras el resultado perfecto.

Un mundo en el que todo está de tu mano y bajo tu control.

Un mundo seguro donde nada puede perturbarte

En este lugar todas las personas tienen cuerpos perfectos, ni más gruesos ni más flacos. No hay estrías, ni celulitis, ni vello, ni siquiera arrugas.

Si miras este lugar veras que en esta ventana todo parece brillar y ser luminoso,

Donde siempre sale el sol y las playas son perfectas.

El positivismo más extremo parece rebosar en el aire y no escuchamos otra cosa que no sea un “estoy bien”.

Los niños, los adultos, las familias lucen perfectos e idílicos siempre.

Donde la tecnología tapa lo incómodo y los berrinches infantiles.

Los colores de sus ropas combinan y las sonrisas de estos habitantes son blancas nucleares.

Todo es comprable y reemplazable.

Un mundo feliz…


Aunque esto parezca un cuento, la realidad es que no dista mucho de la sociedad y de los mensajes que recibimos a través de ella y de la mayoría de redes sociales durante cada segundo de nuestra existencia.

Esta idealización vendida y absorbida por nosotros tiene varios problemas: primero, no es real; y segundo, inhibe y suprime una parte de realidad inherente a la condición humana. Los seres humanos y el universo que habitamos se componen de opuestos, y esto mismo es lo que nos permite encontrar el equilibrio.


Existe el amor, porque existe el odio. Conocemos la luz porque sabemos de su ausencia, la oscuridad. Sabemos del descanso gracias a que conocemos el cansancio. Y sentimos la alegría gracias a que conocemos la tristeza. Nada puede ser sin su opuesto. El ser humano y los mamíferos nos configuramos con un sistema de señales emocionales que nos permiten conocer el entorno, esto nos permite sobrevivir. En esa paleta emocional, que es tan natural, hay colores luminosos y otros más oscuros. Lo natural es experimentar cada uno de ellos, cada mensaje y señal emocional nos muestra el camino y una necesidad.

Experimento alegría porque estoy en un lugar cómodo y seguro y esa emoción me permite repetir en este entorno, es decir afiliarme, crear vínculos.

Siento tristeza porque algo importante he perdido y requiero bajar el ritmo y cuidar de mí porque algo preciado ya no está. Necesito reorganizarme por dentro.

Siento miedo porque algo valioso para mí puede estar en peligro, y requiero activarme para protegerlo.

Siento asombro y me permito descubrir y conocer.

Siento rabia porque algo o alguien me están hiriendo y requiero defenderme, poner límites o distanciarme…

Así un largo etcétera de situaciones que nos marcan las emociones, tanto la paleta de colores luminosa como la más oscura.


Así que querido humano déjame decirte:

Que la vida es frágil y en la experiencia humana habita la vulnerabilidad de manera inherente.

Déjame decirte que el mundo no es ni seguro ni controlable

La mayoría de las veces no encontraras la solución perfecta.

Que las relaciones a veces no son para siempre, y que en muchas ocasiones nos decepcionaran o nosotros decepcionaremos al otro.

Que en todas las familias se “cuecen habas” como dice el refrán, que la infancia es un momento frágil y deja herida.

Ser niño o adulto es complejo y requiere un camino imperfecto.

Déjame decirte

Que el ser humano solo aprende por ensayo y error y por lo tanto aceptar y revisar el fallo será tu mejor maestro.

Que las sonrisas de las fotografías a veces mienten y en esta ventana al mundo no todo es luminoso y gozoso.

Que los cuerpos que habitamos no son perfectos, a veces serán más gruesos o más flacos y que eso está bien, que nuestras estrías hablan de nuestros cambios.

El cuerpo es un lugar sagrado que nos permite la vida, y no un objeto de juicio.

Lo más importante, déjame decirte:

La flor y el árbol que admiras en algún momento se marchitarán y perderá sus hermosas hojas.

Que las personas amadas algún día se marcharán

Por mucho que duela no puedes controlarlo.

Porque la única verdad absoluta es que el ser humano pierde

Esto es algo inherente a nuestra condición humana.

Perdemos segundos de vida desde que nacemos, venimos al mundo dando un grito y un llanto que abre nuestros pulmones a la vida.

¿Para qué crear un mundo en el que toda esta parte humana no tenga cabida?

Pero eso sí, querido humano, no te acongojes por esta realidad, esa parte oscura y vulnerable es tu aliada.

Solo la oscuridad te hará conocer tu luz, solo tu miedo te permitirá valorar lo importante, solo descubrir tu vulnerabilidad te dejara conocer la fuerza que pose tu condición humana.

Cuando la pérdida asome, cuando la muerte se lleve a tus seres queridos, cuando la oscuridad roce tu ser, no quieras esconderte querido amigo. Entrégate a tu condición humana y déjate sentir…

Dejarnos sentir, dejarnos doler, permitirnos explorar y transitar las emociones con sus colores al completo, la vulnerabilidad, lo humano, lo real.

Me pregunto si quizás esta es la cuestión pendiente de nuestro mundo social. Aprender a dejarnos sentir que somos humanos…

Ya hace muchos años Rumi nos contaba su poema de la casa de huéspedes que nos habla de dejar habitar en nosotros toda la paleta de colores emocionales.

No encuentro mejor forma de cerrar este texto que recordándolo:


“El ser humano es una casa de huéspedes.

Cada mañana un nuevo recién llegado.

Una alegría, una tristeza, una maldad

Cierta conciencia momentánea llega

Como un visitante inesperado

¡Dales la bienvenida y recíbelos a todos!

Incluso si fueran una muchedumbre de lamentos,

Que vacían tu casa con violencia

Aún así, trata a cada huésped con honor

Puede estar creándote el espacio

Para un nuevo deleite

Al pensamiento oscuro, a la vergüenza, a la malicia,

Recíbelos en la puerta riendo

E invítalos a entrar

Sé agradecido con quien quiera que venga

Porque cada uno ha sido enviado

Como un guía del más allá ”



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