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  • Foto del escritorRosa López Cucurella

El duelo invisible: la pérdida gestacional.

¿Qué pasa cuando la fecha de defunción de un bebé es anterior a su fecha de nacimiento?; ¿Qué ocurre cuando estoy viviendo una despedida sin haber sentido su llegada?


Una pérdida gestacional acontece cuando el bebé fallece durante el embarazo. La familia, pareja y mujer concretamente, pueden vivenciar este acontecimiento como doloroso e incluso traumático. En algunas ocasiones, la mamá se enfrenta sola a la noticia, escuchando por parte de los sanitarios comentarios como “no hay latido”. A veces, es la propia mujer la que siente, guiada por su intuición, que dentro de sí algo no va bien…

Nos encontramos entonces ante un momento vital que irrumpe y alborota no solo planes, expectativas o proyectos, sino el cuerpo entero, acompañado por un remolino de emociones y sensaciones intensas, como miedo, ira, dolor, tristeza… En ocasiones, la mujer transita este camino sin apoyo, sin ser escuchada ni vista, e incluso enfrentándose a un lenguaje hiriente, por parte de personas de su alrededor y profesionales que la asisten.

Descubrimos que la pérdida gestacional es una experiencia que las personas no dejan atrás y que la llevan consigo el resto de sus vidas, por esto es importante el sostén y acompañamiento en este proceso, escuchar y sostener a esa mujer que siente un vacío dentro de su propio cuerpo, e intentar, poco a poco, ir narrando e integrando la historia de lo sucedido, para profundizar en la comprensión de lo que ha significado esa breve vida, mejor que intentar apartarla. Parafraseando a una mamá, mientras contaba su experiencia: “piensas en ese breve espacio de tiempo como una vida plena y me fijo en ella para encontrar su valor y el regalo que ese bebé ofreció al mundo, honrando así esa vida en plenitud, aunque fuera breve”.


La importancia de visibilizar todo esto es imprescindible. En nuestra sociedad, no se suele hablar de ello de forma espontánea, llegando a ser un tema tabú, algo prohibido que es mejor “no tocar”, algo “de lo que no hablar”, haciendo como si no existiese… Evitando así la capacidad de sentir y vivir la propia experiencia, en un intento de huida del propio dolor, que no es sino aquello que nos indica el camino a la sanación.


El duelo supone todos esos procesos psicológicos, conscientes e inconscientes, que una pérdida pone en marcha. Es importante tener presente la posibilidad de que esa mamá y/o familia, lleven a cabo, con calma, algún rito de duelo o despedida. Éstos, pueden consistir en cualquier tipo de ritual que al ponerlo en marcha ofrece oportunidades para ir restando incredulidad a la experiencia, pueden ayudar al reconocimiento y toma de consciencia de la pérdida, ayudar en la despedida e incluso pueden crear un espacio de intercambio de bienes entre las personas de la red o “tribu”.

Me parece interesante la reflexión que propone Elizabeth Kübbler-Ross, “Si huimos del dolor, huimos también del bienestar y si huimos de la muerte, huimos también de la vida”.


Fotografía de Oscar Keys.


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