top of page
  • Foto del escritorAntonio Barba Herrera

Fantasías de la mente

Uno de los aspectos que más nos diferencian del resto de seres vivos es nuestra capacidad de imaginar, de fantasear sobre temas que nos resultan importantes. Esta capacidad desarrollada de los seres humanos nos ayuda a proyectar en el futuro situaciones, deseos, circunstancias e incluso necesidades que nos facilitan la elaboración de una estrategia de afrontamiento con la que conseguir nuestro objetivo.

No obstante, como toda herramienta tiene su cara oculta. Cuando estas fantasías nos hacen vivir situaciones desagradables que nos alejan del presente. Por ejemplo, las personas con fobia social suelen pensar que van a hacer el ridículo si dicen algo, que van a ser juzgadas si se ponen tal cosa o marginadas si se comportan de determinada manera. Este patrón suele venir de un historial de abuso en el que la persona, como mínimo, ha sido criticada y humillada en momentos importantes de su vida. Por ello, de ahí en adelante, hace que preste especial atención a posibles situaciones en las que intuya que corre el peligro de revivir viejas heridas. Siguiendo con el ejemplo, cualquier situación social por irrelevante que sea puede llegar a ser verdaderamente desagradable.


Llegados a este punto... ¿Cuándo las fantasías juegan en nuestra contra?

Cuando sentimos las mismas sensaciones traumáticas y no hay nada en el presente que nos indique que dicho trauma va a volverse a repetir. En este caso, la Mente te manda diferentes fantasías relacionadas con el objeto temido como forma de protegerte de algo que en realidad no existe. Algunos culpan al Ego de eso. Sea Mente o Ego, te hace creer que tienes un problema con el fin de alertarte y evitar exponerte a lo que supuestamente temes. Este acto termina convirtiéndose en una trampa ya que, si lo pensamos detenidamente, al intentar evitar un problema realmente lo estás generando.


¿Por qué estoy generando un problema?

Como mínimo, este mecanismo provoca que nuestra autoestima y la forma de vernos a nosotros mismos se vea muy deteriorada. Al final, si no salimos de ahí y, sin darnos cuenta nos terminamos reprimiendo, escondiendo y aislando de todo aquello que nos es importante y nos genera bienestar. Finalmente terminamos cayendo en la trampa de la Mente que, con el “honrado” fin de protegernos del dolor, nos hace vernos incapaces de gestionar diferentes situaciones de las que sobradamente podemos hacernos cargo.

En nuestra cultura, este mecanismo se hace muy evidente en los típicos cuentos de príncipes y princesas. En ellos prejuzgamos a la princesa como débil e incapaz de afrontar los peligros, por lo que necesita de la protección de un valeroso príncipe que la oculte y proteja en un hermoso castillo de marfil. Ceder la responsabilidad de nuestra protección a los mensajes de la Mente (al susodicho príncipe), hará que veamos peligroso cualquier cosa y así terminemos huyendo de la mismísima vida.


¿Cómo salgo de la trampa de la mente?

Primero de todo es importante ganar consciencia de este mecanismo. Ser honestos y ver que nos estamos colocando el traje de princesa de cuento, nos empodera y nos ayuda a entender que, seamos lo que seamos todos los seres humanos tenemos a un o una aguerrido/a guerrero/a que nos ayudará a gestionar con firmeza toda situación por dolorosa que sea. En segundo lugar, es importante aceptar y comprender que somos seres vivos dolientes y que no necesitamos protegernos de las emociones, ya que no dejan de ser una de las formas más importantes de afrontar la realidad. Y tercero, experimentar la vida, lanzarnos con responsabilidad al vacío para aprender cuando haga falta, a ser nuestros propios salvadores/as.


Entradas Recientes

Ver todo
Archivo
Buscar por tags
bottom of page